Regreso en una noche extraña

Aunque también puedo catalogarla como surrealista. Madre mía. Esta noche tenía una fiesta de una compañera del trabajo. Tenía muchas cosas que hacer antes de ir, las he hecho, y cuando he llegado a casa me ha entrado un bajón tremendo (la factura del teléfono me ha ayudado a sentirme peor). El caso es que he estado descansando un poco y después de eso ya no había nada ni nadie que me pudiera sacar de mi hogar.

Ejem, bueno, cómo decirlo... sí había algo que pudiera conseguirlo. A eso de las 2.30 de la madrugada mi debilidad ya me pedía a gritos un cigarrillo. Ya llevaba tres horas sin fumar y, por mucho que estuviera cansado, el sueño no me estaba llamando. Es vergonzoso, pero este vicio me convierte en un desesperado asqueroso capaz de todo por un poco de nicotina. Me he dicho "bueno, coges el coche, buscas un bar abierto, y vuelves en un plis plas".

Y aquí empieza mi aventura.

Cuando he salido de casa un frío polar me ha atacado la garganta y he pensado en volver a subir para coger una bufanda (¿debo recordar que estamos a 1 de Junio??). He llegado en coche a un bar de mi zona repleto de politoxicómanos (gran palabra, Crispu). No me acordaba, pero me faltaban 20 céntimos para comprar el tabaco más barato. No tenía otra opción, así que he recorrido un poco el "Valle del Kas" y he encontrado un Caja Madrid. Cuando he vuelto al bar ya estaba cerrado. "No pasa nada", me he dicho. He recorrido mi barrio de punta a punta y el cartel de cerrado se veía en todas partes. Así que me he acercado al centro. Cuando pasaba por Atocha me he detenido en el Ananda, pero tres gorilas me han dicho que no podía pasar con zapatillas (¿a estas alturas de la vida y en una terraza de verano? ¿Acaso eran antifans del Canto del Loco?). Bien, he continuado mi viaje. He llegado a Chueca sin ver antes un bar abierto. He intentado meterme en el Why Not y en el Polana pero cobraban entrada. Al final he entrado en un garito que odio pero que la entrada era libre (evidentemente, sólo tenían a cuatro clientes, ninguno de ellos bailando). Le he preguntado al camarero por cambio y con mala cara ha llamado al encargado. El susodicho me ha intentado colar una mentira "aún es pronto, esto aún no se ha llenado, y estamos cortos de monedas". Eran las 3.30, de pronto nada, además, ese bar de copas nunca se llena, da igual el día. El caso es que me he tenido que largar.

Se me ha ocurrido otra idea. A veces, cuando me siento en el coche, algunas monedas se me caen del bolsillo. Me he puesto a buscar como un loco, moviendo asientos, levantando las polvorientas alfombrillas, llenandome de mierda por meter los dedos en sitios imposibles de limpiar... total, he conseguido 15 céntimos. Aún me quedaban por encontrar 5 más. He buscado durante otro rato y cuando me he querido dar cuenta me he pegado un susto de muerte porque un tipo marroquí se estaba marturbando frente a mi ventanilla. Como he podido he llegado al asiento del conductor y he arrancado. El marroquí ha huído de forma instantánea, pero no he sido yo quien le he ahuyentado sino una pareja de negros que se estaban pegando y han aterrizado en mi luna delantera. Menudo panorama, no sabía qué hacer ni si moverme o no por si me destrozaban el coche. De nuevo y de forma instantánea, los dos han huído. Esta vez era la policía quien me había quitado de en medio esa amenaza. Amenaza que era buena si lo comparamos con lo que viene después. La policía, cortos ellos, en vez de seguir a los que se pegaban, se han parado frente a mi coche. Me han hecho bajar y me han cacheado como en las películas. Me han pedido la documentación y han registrado la guantera y el maletero en busca de droga. Al darse cuenta de su error, no os creáis que me han pedido disculpas, sino que me han dicho de forma chulesca que me vaya y casi les tengo que dar las gracias.

A todo esto mis ansias por fumar iban en aumento. Me he dirigido a Alonso Martinez. Ha vuelto a pasar lo mismo, cobraban entrada en todos los sitios. Como si de un oasis se tratase, he encontrado un local llamado "Bocata Vip", que era mi sustento en mis noches de adolescente. Cambio no me daban, pero como ya estaba empezando a entrarme hambre, me he pedido un bocadillo. No se me ha ocurrido otra cosa mejor y me he pedido uno de chistorra que me sigue repitiendo cuatro horas después. He ido a comérmelo al coche, con monedas ya en mi bolsillo. Cuando iba por la mitad, un pijo se ha parado delante mío, se ha sacado la churra, y se ha puesto a mear sobre la rueda de mi coche, al igual que los perros. Ya era la segunda polla que veía en la noche sin haberme liado con nadie. Debo confesar que me ha hecho hasta gracia, porque el pijo estaba borracho y no se ha dado cuenta de que yo estaba a escasos centímetros de su pene.

Ya con dinero suelto he regresado a Chueca y he vuelto al bar de copas donde no había que pagar entrada. Como yo suponía, los cuatro clientes ya se habían ido y nadie más los había reemplazado. He ido directamente a la máquina de tabaco y cuando estaba echando las monedas, el camarero que antes había llamado al encargado y me había puesto mala cara me ha gritado algo. Me he dado la vuelta y le he pedido que me lo repitiese. "Chico, ¿eres mayor de edad?", era su pregunta. Ya me estaban tocando demasiado los huevos. Por una parte era un piropo, ya que hace 10 años que superé esa edad, pero ya no podía más. "No, tengo 13 recién cumplidos", le he dicho, mientras me volvía a comprar la segunda cajetilla. Cuando me iba, el camarero ha vuelto a gritar algo. Me ha dicho con el dedo que me acercara y me ha pedido que le dé un par de besos. No pensaba dárselos pero él se ha acercado primero. Me ha dado un beso en la mejilla y cuando iba a darme el segundo, sin previo aviso, me ha metido la lengua hasta el exófago. "¿Cómo alguien tan bello puede estar besándome?", me ha dicho susurrandome y sonriendo como un bobo. Además, el que me besaba era él. "Perdona, pero tengo que irme, soy menor de edad" He salido por patas y en la puerta me he acordado de la chistorra y del apestoso camarero y he vomitado. Ahora sólo faltaba que viniera la policía de nuevo y me hiciera un test de alcoholemia.

Llegando a mi coche unas chicas me han parado. "¿Nos llevas a casa?", para qué se iban a andar con rodeos. "No", he contestado abriendo la puerta y metiendome dentro. Ya no podía aguantar más y he abierto la cajetilla de tabaco. Me estaba encendiendo mi ansiado cigarro cuando una de las chicas se ha metido en el coche y se ha sentado en el asiento del copiloto. Siempre cierro las puertas nada más entrar, pero hoy tenía la mente fija en la nicotina. La tía, ni corta ni perezosa me ha intentado bajar la bragueta mientras me decía unas románticas palabras "venga, te la voy chupando por el camino hasta llegar a Ciudad Lineal y me bajo". Le he pedido que se bajara del coche y me ha preguntado que por qué era tan estrecho. Le he dicho que era gay y encima se ofende "¿Acaso te he pedido que me folles? Q seas gay no tiene nada que ver". "Tiene bastante que ver, no me gustas y no te voy a llevar a Ciudad Lineal". Entonces se ha puesto a llamarme maricón, patético, asqueroso y no sé que más. Me hubiese gustado vomitarla encima pero ya no me quedaba nada por echar, así que me he bajado del coche, he ido hacia su lado, he abierto su puerta y la he sacado a rastras. Como se negaba a salir, al final la he tenido que tirar al suelo y las amigas, que aún andaban cerca, se han puesto a chillar como locas. Una de ellas ha venido a pegarme (me ha hecho daño, la verdad) y la otra se ha puesto a llamar por teléfono a la policía. En cuestión de un segundo se me ha pasado por la mente que si la policía venía, yo tenía todas las de perder porque había agredido a la zorra que me había bajado la bragueta y no solo sus amigas me habían visto, así que, sin quererlo, me he puesto a llorar. Ya no podía más. Pero ha sido tal la vergüenza que me ha entrado que he vuelto a subir al coche y he arrancado, mientras las subnornales esas me llamaban "maricón de mierda". Mientras huía por las estrechas calles de Chueca, me he llevado 3 retrovisores por medio, pero ni me he parado.

Cuando he aparcado me he puesto a escuchar el cd de Conchita, alias "córtate las venas si estás mediantemente mal". En serio, cuánto daño le tuvo que hacer su novio para que escribiera esas canciones de suicidio pero me encanta, porque dice tantas verdades... Y además, en alguna canción también se nota que ha remontado. Por lo tanto, si escuchas el disco dos veces (como he hecho yo en ese momento), pues no sales tan deprimido.

Y he llegado a casa sano y salvo. Perdonad que mi vuelta al blog haya sido tan larga (en dos sentidos, que este post sea eterno y que haya tardado 3 meses en volver), pero necesitaba contar todo esto o si no no podría dormir agusto.

Si has llegado hasta aquí, gracias y gracias también a esas 1500 visitas que ha habido durante estos meses sin haber actualizado ni una sola vez y a todos los que me habéis escrito para que volviera a contar mi vida y que os sentís identificado conmigo.

Después de esta noche, que luego no me pregunte nadie de dónde saco los argumentos para mis novelas...

Y una moraleja: debo dejar de fumar lo antes posible.